martes, 7 de octubre de 2014

E pluribus unum

Las masas quieren saber cuánto les va a costar gozar de situación privilegiada, 
sentirse dentro de algún club, tener un cine sin salir de casa, 
llenar los dormitorios y el monovolumen que les preguntaba si les gusta conducir… 
Las masas saben guardar las formas en un frasco lleno de formol, 
las masas saben que la mayor satisfacción es la televisión 
y que es más sana la vida en los despachos que entre los borrachos 
y que los vigilan desde la organización central. 
Las masas tienen el tiempo organizado y una sincronización extraordinaria, 
disfrutan con historias sórdidas y forman colas en los saldos de algún centro comercial. 
Y entre tantos detalles, las masas huyen de la muerte y del arte inclasificable, 
contestan las encuestas, santifican fiestas y guardan su vida en formato digital. 
Aquí es donde queríamos llegar, aquí es dónde queríamos llegar. 
A estar mucho más cerca del final. 
Las masas pueden hacerte un monumento y subirte a un pedestal en un momento 
o condenarte al under grown para que puedas presumir de ello y te sientas especial. 
Estas son las maravillas que hacen de las masas algo indómito y vulgar. 
Toman las calles, a veces, para protestar y otras para festejar victorias 
usando las peores frases de publicidad son felices, 
aunque estemos cerca del …final.


(Letra de las masas, de Abraham Boba)

lunes, 3 de febrero de 2014

The game is back on.

Cuando alguien está enamorado, o más precisamente cuando lo está una mujer y además es al principio y el enamoramiento posee el atractivo de la revelación, por lo general somos capaces de interesarnos por cualquier asunto que interese o del que nos hable el que amamos. No solamente de fingirlo para agradarle o para conquistarlo o para asentar nuestra frágil plaza, que también, sino de prestar verdadera atención y dejarnos contagiar de veras por lo que quiera que él sienta y transmita, entusiasmo, aversión, simpatía, temor, preocupación o hasta obsesión.
[...]
De pronto nos apasionan cosas a las que jamás habíamos dedicado un pensamiento, cogemos insospechadas manías, nos fijamos en detalles que habían pasado inadvertidos y que nuestra percepción habría seguido omitiendo hasta el fin de nuestros días, centramos nuestras energías en cuestiones que no nos afectan más que vicariamente o por hechizo o contaminación, como si decidiéramos vivir en una pantalla o en un escenario o en el interior de una novela, en un mundo ajeno de ficción que nos absorbe y entretiene más que el nuestro real, el cual dejamos temporalmente suspenso o en un segundo lugar, y ya de paso descansamos de él.
(Los enamoramientos. Javier Marías).
Y, con esta entrada que rescaté de "borradores", vuelvo. Quizá solo un ratito o igual para quedarme, quién sabe.
(El cuadro es "the kiss" de G. Klimt).